Si algo que he aprendido a lo largo de la vida es que la meditación se vuelve cada vez más desafiante debido al ruido constante en nuestras vidas. Sin embargo, también es una práctica que nuestro ser interior reclama y demanda. Cada vez es más evidente en nuestra sociedad los efectos negativos de pasar por alto esta necesidad real y las soluciones insatisfactorias que se han buscado para llenar ese vacío.
Por eso, estoy aquí para compartirte algunos consejos que me han ayudado a incorporar el hábito de la meditación:
Diseña tu propio espacio y momento: Siguiendo el consejo de James Clear en su libro "Hábitos Atómicos", crear un nuevo hábito implica diseñar el entorno adecuado para lograrlo. Lo mismo aplica cuando deseas incorporar la meditación en tu rutina. Permíteme compartirte un ejemplo: Tengo una adoradora bebé de un año en casa que llena nuestro hogar con risas y alegría. Sin embargo, reconocí que ese no era el ambiente ideal para meditar. Así que, desde hace un tiempo, decidí levantarme a las 5:00 a.m. y dirigirme a un rincón tranquilo en casa donde el silencio prevalece. Esto me brinda dos razones para meditar:
- Ya me he levantado temprano.
- Me encuentro en un espacio libre de distracciones.
Encuentra el silencio: Es evidente que necesitas un entorno visual y auditivo libre de ruidos externos. Sin embargo, el silencio interior es aún más crucial. Debes ser capaz de concentrar tu mente en la oración y alejarla de las distracciones. Entrégale tus preocupaciones al Señor y confía en que Él está a cargo mientras te sumerges en la oración. Te sugiero probar la oración recomendada en el Catecismo del Corazón: "Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí". Acompaña esta oración con respiraciones lentas y controladas para despejar tu mente y enfocarte en la contemplación divina.
Continúa formándote: La oración es un camino de crecimiento constante. No te limites a lo que ya sabes hacer bien; siempre hay niveles más profundos que explorar para conectar con Dios a través de la oración. Es esencial buscar formación continua. He aprendido mucho de aquellos que tienen una vocación en la intercesión y los dones del Espíritu Santo. Ellos se forman de manera regular. Puedes comenzar con podcasts y luego acercarte a sacerdotes o religiosos expertos en formación espiritual. No subestimes el valor del Catecismo; es una fuente increíblemente rica y completa de conocimiento que debemos aprovechar.
¡Ahora, adelante y comienza este camino de meditación y oración! ¡Tú puedes lograrlo!